Los temas y contenido que quiero compartir siempre con ustedes provienen de diferentes fuentes y experiencias. El término “Tiempo del Músico” no es mi invento, pero una experiencia que muchas personas han tenido aun no siendo músicos.
Tocar un instrumento en el que uno quisiera lograr convertirse un maestro, toma años de práctica y experiencias.
Sin mencionar otros aspectos como la disciplina, tener un nivel de audición, sentido del ritmo, el tiempo e improvisación.
Muchos aspectos condensados en un espacio del tiempo creando armonía y eventualmente lo que queremos alcanzar y crear… música.
Eso es muy interesante, pero en el momento que lo coges por primera vez, quieres sentir la fluidez de la experiencia del sonido y la música gracias a tu destreza. Manejarlo al igual que otros grandes maestros que admiras.
¿Y cuál es el resultado?
Un momento de frustración y desesperación porque sientes la música por dentro, pero tus extremidades, coordinación y destrezas no están ecualizadas para traerla al mundo externo. Tanto así que algunos se dan por vencidos.
Lo más interesante es que tocar un instrumento y hacer música son dos cosas diferentes. Pero cuando logras llegar a ese punto donde no puedes distinguir entre la práctica y el fluir de tu destreza, es cuando comienzas a vivir lo que yo llamo el Tiempo del Músico.
En donde solo hay un fluir de imaginar, mover, soplar, tocar, presionar, golpear, jalar, agitar y perdemos el sentido del tiempo y obstáculos. Entramos en un estado mental del músico donde se comprimen conocimiento, destrezas y habilidades que solo seres como nosotros podemos alcanzar.
Pueden pasar ocho horas en ese proceso y para nosotros se sienten como dos. Sensación que se siente porque lo que acabas de hacer lo amas mucho.
¿Esto resuena con algo que hagas?
